En los alrededores de Madrid los reyes disponían de lujosísimas mansiones para desplazar su corte en ciertas épocas del año. En nuestra ruta vamos a trazar una conexión entre ellas, empezando por El Palacio de Aranjuez, Real Monasterio de El Escorial, y el Palacio y Jardines de la Granja de San Ildefonso en Segovia. Si partimos desde Madrid, eligiendo la autovía A4 llegamos al Real Sitio de Aranjuez en escasos 60 minutos. También podemos partir desde el propio Aranjuez desde hotel El Cocherón 1919, del club de hoteles con encanto de Ruralka, en el que Carmen podrá darte cantidad de detalles de la real villa. Un hotel con una corrala muy luminosa y con elementos decorativos traídos desde todo el mundo, como su gran lámpara central de inspiración bizantina. Como para perdérselo.
Situado entre los ríos Tajo y Jarama, Aranjuez fue utilizado ya como residencia real en época de los Reyes Católicos. Felipe II proyectó el palacio con los mismos arquitectos de El Escorial, Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, terminándose en el reinado de Fernando VI, que Carlos III volvió a mejorar con dos nuevas ampliaciones del palacio. La decoración se basa sobre todo aportaciones del siglo XVIII, entre las que destacan el Gabinete de Porcelana y el Salón de Espejos. En las dependencias de la planta baja se encuentra el «Museo de la vida en Palacio» que ejemplariza la vida cotidiana enlas Residencias Reales. El palacio se embellece por su espacio natural rodeado por el Tajo, enriquecido con fuentes de los siglos XVI y XVII de estilo italiano. Está considerado como el jardín español más característico de la Época de los Austrias, con sus obras arquitectónicas, como las puertas de acceso al jardín, la fuente de Apolo o el estanque con sus templetes clásico y chinesco, diseñados por Juan de Villanueva, que también edificó el palacete conocido como Casa del Labrador.
Seguimos nuestra ruta en moto de palacio en palacio, acompañados -desviándonos ahora por carreteras locales evitando así masificadas autovías–, prestos a situarnos ahora en San Lorenzo de El Escorial. Volviendo por la Nacional IV hacia Madrid, nos desviamos en Valdemoro para tomar la M 404 y atravesar poblaciones como Torrejón de Velasco, Torrejón de la Calzada, Griñón, Navalcarnero, Brunete y, por último, Villanueva de la Cañada, antes de llegar a la tumba de Felipe II. Son pueblos solariegos al abrigo de la ancha vega del Guadarrama, y que marcan el camino más recto en nuestra trayectoria hacia poniente y las estribaciones de la sierra de donde nace su río.
Construido por Felipe II en el siglo XVI para conmemorar la Batalla de San Quintín, el Conjunto Histórico-Artístico de San Lorenzo de El Escorial surgió alrededor de su Monasterio. Este bello conjunto arquitectónico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, fue consolidando con el tiempo un trazado urbano a su alrededor, destinado a dar aposento a la aristocracia y personal de la realeza en la época de estío.
El Real Monasterio posee una complicada estructura diseñada por Juan Bautista de Toledo y llevada a cabo por Juan de Herrera. La simplicidad de sus líneas ensalza el atractivo de patios, fuentes, claustros y torres. El Patio de los Reyes de Judea da entrada a la Basílica cuenta con un cimborrio de 95 metros de altura y pinturas de Lucas Jordán. Entre las dependencias del edificio se cuentan los Ministerios, la Casa de los Oficios, la Compaña, Infantes y Reina, que se unen mediante arcos. La iglesia es de planta de cruz griega y, en su capilla mayor, están los monumentos funerarios de Carlos V y Felipe II. En el segundo piso de la fachada oeste se halla la biblioteca, en la que hay cerca de 45.000 impresos delos siglos XV y XVI. Si nos encontramos a medio camino o bien debemos parar a descansar de nuestra ruta por los Reales Sitios, nada mejor que el hotel de Martín, del club de hoteles con encanto de Ruralka, y en pleno centro de la villa. Su patriarca, Martín, hará de perfecto anfitrión para un descanso perfecto a la falta del monte Abantos. Una estancia con guiños a la historia de la localidad de los Austrias, y con posibilidad de completar con la gastronomía de su restaurante “Las Viandas”.
Tras el receso, nuestra excursión nos va a dirigir por los profundos valles del Guadarrama por auténtica carretera de alta montaña. Afrontamos el paso por el famoso puerto de Navacerrada y sus frecuentadas instalaciones de esquí, a 1.860 m. de altitud. Rebasada la linde entre Madrid y Segovia, nos preparamos a disfrutar de la carretera descendiendo por varias horquillas cerradas, las siete revueltas, necesarias para bajar 560 metros en 7 km (una pendiente del 8%). Tras la pendiente, atravesamos las praderas de Valsaín, con sus importantes recursos madereros, y después de 4 km. llegamos a San Ildefonso.
El Real Palacio de San Ildefonso (lugar también conocido como La Granja) se empezó a edificar en 1721 por deseo de Felipe V e Isabel de Farnesio. Este palacio está muy bien conservado por Patrimonio Nacional, siendo una muestra ejemplar de residencias palaciegas de verano. Junto a él está la bella Colegiata que guarda el panteón real. La visita a este monumento nacional hay que completarla con un recorrido por sus extensos y juguetones jardines –laberinto incluido–, por los que se esparcen numerosas estatuas en mármol y artísticas fuentes de bronce, cuyos juegos de agua son de una innegable belleza siendo imprescindible disfrutarlas si es verano. Visitando La Granja no hay que olvidarnos de visitar la Real Fábrica de Cristales, un edificio industrial magistralmente restaurado, y que hoy alberga también el Centro Nacional del Vidrio. Nuestra ruta por los palacios cercanos a Madrid finaliza en Riofrío, a pocos minutos de La Granja. Fue mandado construir en el siglo XVIII por la reina Isabel de Farnesio, viuda de Felipe V, si bien nunca llegó a ocuparlo como tal. Se trata de un palacio de tipo italiano, único en España que gracias a la riqueza cinegética del lugar se convirtió en un pabellón de caza frecuentado por la Casa de Borbón.
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