Una ruta que te transportará al pasado, ¡rueda con nosotros!
Cádiz es un paraíso para los sentidos, por el carácter oriental de sus cantos y danzas, muy apreciados ya desde la época romana, siendo el flamenco uno de nuestros tesoros culturales más preciados con grandes figuras gaditanas como Paco de Lucía o Camarón, por sus carnavales y la riqueza del “acento” que por ejemplo nombra a la preciosa “Cai” de Niña Pastori. La ciudad de la luz es conocida sobre todo por su larga e influyente historia, siendo la civilización más milenaria de Europa —con restos arqueológicos datados en 3.100 años— no sólo en el ámbito nacional sino también por su importancia en procesos como las guerras púnicas, la romanización de Iberia, el descubrimiento y conquista de América o el nacimiento de la primera constitución española.
Nuestra ruta con “duende” nos lleva desde la ciudad de la luz hasta la montaña de la Sierra de Grazalema, una comarca de 50.000 hectáreas protegidas, que engloban 13 municipios rodeados de bosque mediterráneo, arquitectura autóctona andalusí con apenas intervención del hombre. Esta sencillez va a ser la tónica del paisaje, como comprobamos nada más empezar a rodar entre Jerez y Arcos de la Frontera, asomada de blanco impoluto al barranco como si vigilara la campiña a los pies de la sierra y unido al agua junto al río Guadalete. Aguas arriba se pasa por Villamartín y siguiendo la A-373, llegamos a El Bosque podemos reservar rutas a pie en el parque, o comprar algo de embutido, artesanía en madera o marroquinería. Seguimos a Benamahoma donde tenemos un interesante museo dedicado al agua, y sus ingeniosos molinos y batanes que mantenían viva una industria. A partir de aquí nos metemos “en harina” poniendo un poco de emoción a la ruta por la comarcal A-372, con dos puertos que franquear, el del Boyar seguido del de las Palomas, encontrándonos pocos kilómetros más adelante con Zahara de la Sierra en plena Sierra de Lijar, divisoria con la provincia de Málaga.
La ascensión al puerto de las Palomas es sencillamente espectacular, consecuencia de a alta pluviosidad de la Parque Natural de Grazalema. El sistema montañoso hace de barrera de los vientos húmedos del atlántico, favoreciendo la generación de bosques muy frondosos. Yendo en moto, no nos viene mal prever ese ligero traje de agua, amén de protección para el equipaje. Si nos acompaña el tiempo, merece la pena aparcar un par de horas nuestra moto y visitar el Pinsapar (previa petición de hora en El Bosque), en la sierra de Pinar, y admirar ejemplares de hasta 30 m. de altura. El pinsapo es una conífera emparentada con los abetos, que hace 15.000 años se adaptó a la climatología andaluza. En este mismo valle no hay que perderse una formación geológica espectacular, la garganta verde, una profunda grieta rocosa formada por el arroyo del Pinar de profusa vegetación por la que recibe su nombre.
Coronado el puerto, nueva parada para disfrutar las vistas y tomar fotografías de Las Lomas y el monte Prieto, el embalse de Zahara y lejos del horizonte, Algodonales. Descenso rápido por la A – 2300 / CA 9123, que bordea el pantano de Zahara – El Gastor y llegamos al pueblo que da nombre a la comarca, Grazalema, con sus casas encaladas arracimadas bajo el escarpado pico del Reloj y el nacimiento del rio Guadalete. Dos son sus “recuerdos” de viaje, sus afamadas mantas y su incesante lluvia en todas las épocas. Si disponemos de tiempo, “ruteando” por la vertiente Malagueña, pondremos rumbo a Benaoján, donde podemos además de degustar sus ricas chacinas, visitar la cueva de la Pileta. Posee pinturas rupestres originales, siendo famosa la su yegua preñada.
Desde el Parque Natural ponemos rumbo al final de la ruta en Ronda, a la que dedicaremos una competa visita cultural. Su imagen más simbólica es su puente nuevo, que une ambos tajos de la ciudad. Esta impresionante obra arquitectónica tuvo un antecesor bajo el reinado de Felipe V en 1735, que se derrumbó y dio origen al puente actual finalizado en 1793. Hemos de visitar su Plaza de Toros, la Plaza de la Merced, el parque de la Alameda del Tajo y el Paseo de los Ingleses, con miradores de vértigo hacia las impresionantes vistas de la serranía de Ronda. El puente viejo nos conduce a los baños árabes y otros vestigios como la Puerta de Carlos V y la Puerta de Cijara, y ya en el centro histórico de Ronda, la Plaza Duquesa de Parcent y el Palacio de Mondragón de estilo mudéjar y renacentista.
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