Campos de Castilla, estrellas y la huella del Cid

“Colinas plateadas, grises alcores, cárdenas roquedas por donde traza el Duero su curva de ballesta”. En nuestra ruta por la provincia de Soria nos aguardaban los paisajes descritos por Machado en Campos de Castilla, horizontes cubiertos de gloriosas fortalezas pretéritas y la huella cidiana.

Las noches estrelladas de El Cielo de Muriel nos recibieron con su silente titilar. Nos encontramos en un destino Starlight, del que hace gala Raquel Molinero, promotora de este moderno proyecto enclavado en el corazón de la comarca de Pinares.

Procedentes de Córdoba, Madrid, Cantabria y Zaragoza, nuestros vstromers se sumaron a una propuesta que aunaba historia, naturaleza, cultura y gastronomía. No faltaron a la cita el responsable de Marketing y Comunicación de Suzuki Motor Ibérica, Víctor del Fresno, y el CEO de Ruralka, Rafael Ausejo.

Primera parada en Calatañazor, donde cuenta la leyenda que Almanzor cayó derrotado por los ejércitos cristianos a principios del siglo XI. La villa, a la que accedimos a través de la escondida SO-P-5026 y su formidable bosque de sabinas, se encuentra congelada en el tiempo, con empinadas callejuelas de trazado medieval y unas edificaciones fabricadas con entramado de madera, adobe y piedra.

Siguiendo las huellas del Cid Campeador pusimos rumbo a El Burgo de Osma, Gormaz -con su gigantesca fortaleza califal- y Berlanga de Duero, donde a media mañana realizamos una inevitable degustación de las “barritas energéticas sorianas”. ¡Cómo están los torreznos del Bar El Pocho! En este pueblo nació Fray Tomás de Berlanga, una figura clave en el descubrimiento de las Islas Galápagos y en la concepción del Canal de Panamá. Junto a su escultura frente al palacio de los duques de Frías, con el castillo y el recinto amurallado como telón de fondo, tomamos la instantánea de rigor bajo un amable sol y 16ºC.

De súbito, se nos vino a la cabeza la canción de Gabinete Caligari que da título a esta ruta: “Lentamente caen las hojas secas al pasar, y el cierzo empieza a hablar”… Y vaya si habló. Tras acometer los recodos de Rello y las parameras de los Altos de Barahona, el termómetro de la Suzuki cayó en picado. Las nubes descendieron de nadie sabe dónde trayendo consigo un viento endiablado, y repentinamente nos sumergimos en un improvisado invierno que nos acompañó hasta Adradas, oasis de cultura rural en el corazón de la comarca de Almazán. Paseamos junto a la iglesia de Santa Eulalia de Mérida y fotografiamos las calles repletas de curiosos motivos artísticos y frases para el recuerdo. La España vaciada está llena de ganas de vivir.

Y de Almazán, con viento a favor y los cielos más despejados, hasta el castillo de Almenar, uno de los baluartes más imponentes de la provincia, que sirvió como escenario para la grabación de la serie “El Cid”, producida en 2020 para Prime Video.

Divisamos “un monte alto y agudo, y una redonda loma cual recamado escudo”. Habíamos llegado. Estábamos en Soria, la ciudad que encandiló a Gerardo Diego, Machado, Bécquer… El almuerzo en el restaurante del Hotel Leonor puso la guinda a un día más ganado a la vida. Cuando las paradas resultan tan amenas y enriquecedoras como la propia conducción, no cabe duda de que se produce el maridaje ideal para disfrutar de una experiencia superlativa.

Nadie quería tomar la vía rápida hacia el hotel. ¿Puede haber mejor indicador de las ganas de aventura que caracterizan los roadleaders de V-Strom on Road? Así que dicho y hecho: nos dirigimos a nuestro waypoint final dando una rodeo por el embalse de la Cuerda del Pozo y los magníficos bosques del entorno de Vinuesa.

La cena en el restaurante de El Cielo de Muriel sirvió para degustar productos de proximidad que aquí se transforman en obras de arte culinarias. También para intercambiar vivencias donde la moto, cómo no, se erige en protagonista.

Y hablando de arte… un bello lienzo recorre la pared norte del salón de comidas. Se trata de una interpretación de “la noche estrellada” de Van Gogh. Cuenta la historia que el pintor, atormentado, se asomaba por las ventanas del sanatorio en el que estaba recluido para contemplar el firmamento constelado. Ante sus ojos, la gran bóveda parecía cobrar vida; 135 años después, las coloridas estrellas en espiral de Saint-Rémy reviven en El Cielo de Muriel, esa inmensa ventana abierta al cosmos donde cada anochecer es el comienzo de un nuevo milagro.

Roadleader: Quique Arenas

Ruta al detalle aquí