Para los moteros de espíritu libre que buscan más que asfalto y curvas bien trazadas, la Península Ibérica ofrece una colección de joyas escondidas perfectas para explorar sobre dos ruedas. Lejos de las autopistas y los destinos turísticos masivos, hay carreteras secundarias que llevan a rincones mágicos donde la aventura y la autenticidad se encuentran.
Uno de estos lugares es Las Médulas (León), un paisaje surrealista modelado por los romanos, donde la tierra rojiza contrasta con el verde de los castaños. Ideal para los que disfrutan de carreteras sinuosas y vistas que cortan la respiración.
Más al sur, el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas en Jaén, es un paraíso para los moteros que buscan rutas de montaña, aire puro y una buena tapa de jabalí en los pueblos escondidos entre la sierra.
En el noreste, la Garrotxa catalana, con sus pueblos medievales como Besalú y sus caminos entre volcanes dormidos, invita a una experiencia única, sobre todo en otoño, cuando los colores del bosque arden en tonos rojos y dorados.
No podemos dejar fuera la Sierra de Aracena, en Huelva, con sus curvas suaves, jamón ibérico de bellota y aldeas blancas detenidas en el tiempo.
Y si lo tuyo es el mar, pero sin multitudes, la Costa da Morte en Galicia te espera con acantilados salvajes, faros solitarios y pequeñas aldeas donde el tiempo se mide por las mareas.
¿Preparado para dejar atrás la autopista y lanzarte a lo desconocido? La Península guarda rincones que solo una moto puede revelar.
Deja tu comentario