RUTA HACIA EL MONTSANT
Nuestros amigos vstromers, Agustí Carmona y Lucas Gilabert, nos cuentan cómo han vivido la ruta que han realizado por las comarcas de Tarragona, el Priorat y el Montsant. Aquí os dejamos su experiencia.
Hay territorios muy recorridos por los moteros y otros que, por el contrario, parecen olvidados a pesar de tener un potencial increíble por sus paisajes, monumentos y gastronomía.
Este es el caso del Priorat, una región de la Tarragona interior ideal para disfrutar en moto por sus carreteras con poco tráfico, su excelente clima y un montón de atractivos culturales y gastronómicos.
Toda esa región dispone de un microclima que saben aprovechar muy bien, tanto los pueblos que iremos cruzando como los hoteles motorfriendly de Ruralka que hay en la zona.
Tras diseñar una ruta que nos permita evadirnos de las rutinas diarias y que nos aporte algo de conocimiento histórico de esta región, habitada a desde hace más de 3,000 años, un alicantino, Lucas Gilabert y un barcelonés, Agustí Carmona, nos encontramos en el tranquilo pueblecito termal de Montbrió del Camp donde descansaremos en el encantador pequeño gran Hotel Sant Jordi. Este antiguo edificio de viviendas que contaba con una fábrica de artículos de piel, sufrió una importante remodelación que lo convirtió en un hotel de tres estrellas y aún así ha conseguido mantener la esencia modernista que tenia anteriormente.
Tanto el hotel como el pueblo, resultan un punto de partida ideal para emprender cualquier tipo de ruta que pretenda atravesar parajes montañoso o costeros.
Entre todas las rutas que nos ofrece este territorio, nos decantamos por una hacia el interior que combine cultura, tradición y paisajes.
Tras el destacable desayuno que nos ofrecen y que nos aportará la energía necesaria para subirnos a nuestras V-strom 650, salimos del parking privado del hotel por la T-313 en dirección a Riudellots, y tras atravesarlo, empezamos a disfrutar de los primeros tramos curvas que nos encontraremos hoy y que nos llevarán hasta el Castillo Monasterio de Sant Miquel D’Escornalbou.
Este impresionante lugar ofrece unas amplias vistas. Mirando hacia la costa, y en días claros, permite distinguir desde el Cap de Salou hasta el delta del Ebro y mirando hacia el interior, vemos las mesetas repletas de acantilados, por donde discurren las carreteras que aguardan nuestro paso.
Tras una visita al mirador del castillo, volvemos a las motos para salir del parking y en apenas unos 100 metros giramos a la derecha, en busca de una carretera estrecha y solitaria, repleta del bosque de pino mediterráneo que nos llevará hasta la T-322 la cual recorreremos, primero con la intención de ascender hasta el Santuario de Nuestra Señora de la Roca y más tarde para dirigirnos hacia Colldejou, donde entraremos en la comarca del Priorat por el pueblo de La Torre de Fontaubella en dirección a Marçà y Falset.
Es, en esta última ciudad, donde cogemos la carretera revirada y angosta T-740 para llegar hasta el pueblecito de Porrera y más tarde continuar hasta Torroja del Priorat y La Vilella Baxia.
Superado este tramo de viñedos escalonados, montañas y acantilados, túneles de piedra, ríos y barrancos, dejamos atrás la comarca del Priorat para entrar en la del Montsant, ambas famosas por la denominación de origen de sus vinos.
Cruzamos el pueblo de La Bisbal de Falset y continuamos conduciendo por la tranquila carretera T-703 para descansar un momento en un mirador que nos muestra como el majestuoso rio Ebro da un giro para crear un meandro y pasar 2 veces por la ciudad de Flix.
Desde el curioso mirador, tomamos la carretera C-12 para dirigirnos, en paralelo al rio, por unas gargantas que el venir de las aguas del Ebro se han encargado de mantener abiertas y que aquí lo llaman El Pas de l’Ase (el paso del asno) hasta el pequeño pueblecito de Miravet.
A sabiendas de la región en la que nos encontramos, contactamos con unos amigos que se apuntan a nuestros planes para aventurarnos a cruzar el Ebro por uno de sus puntos más emblemáticos.
Se trata del paso de barca que desde hace cientos de años aprovecha la energía del rio para ayudar a los viajeros que, como nosotros, quieren cruzar de un lado al otro.
Los nervios por subir nuestras motos a esa rudimentaria embarcación se mezclan con la emoción de algo que no se hace cada día y la experiencia aporta un toque aventurero a este tramo de la ruta.
Desde aquí, y tras realizar una breve parada en uno de los innumerables miradores que hay sobre el rio Ebro, nos desviamos hacia el interior donde nos espera el pueblo de Horta De Sant Joan y el fabuloso hotel Les Capçades que a la falda de la sierra de Capçades, nos invita a respirar, sentir y descansar.
El atractivo de este hotel rural empieza en la cocina donde se realiza la magia de los platos que saborearemos durante la cena, continua por todos y cada uno de los detalles que decoran la recepción, los distribuidores y las habitaciones y termina en un entorno que parece especialmente diseñado para desconectar y a relajarnos después de un día de ruta.
Mañana tocará regresar a casa mientras, bajo el casco, esbozamos una sonrisa recordando los castillos y monasterios por los que nos ha llevado la ruta, las innumerables curvas que hemos tomado y el buen sabor de boca que nos han dejado la gastronomía, los paisajes y las gentes de este rincón de Catalunya.
Así es como vivimos la ruta:
Sabia elección compañeros
Magnífica zona para rutear.
Gracias Agustí y Lucas por compartir esta experiencia.