Todos tenemos ese amig@ de toda la vida que escucha nuestras historias de ruta con una sonrisa, entre curiosidad y ganas contenidas. Te pregunta por el viaje, por la moto, por cómo se siente rodar por una carretera secundaria al amanecer… pero aún no se anima a dar el paso. ¿Y si este verano te lo llevas contigo y lo conviertes, por fin, en parte de este mundillo? 

Lo primero: no lo agobies con tecnicismos. Si empieza escuchando sobre embragues antirrebote o ajustes de suspensión, lo más probable es que salga corriendo. Invítalo a vivir la experiencia. Súbelo de paquete en una ruta corta, fácil y con buenas vistas. Que sienta el viento, el motor y ese silencio especial que solo se encuentra en carretera. 

Después, comparte lo esencial: explícale la diferencia entre tipos de motos, enséñale la equipación básica y habla con naturalidad sobre la importancia de la seguridad y el respeto. Llévalo a una concentración motera. Que vea el compañerismo, el ambiente, o las historias que se cruzan entre la gente. 

Muéstrale también el lado práctico y cotidiano de tener moto: cómo puede ser útil para el día a día, para moverse con libertad, para escapar del tráfico. Que vea que no todo es aventura extrema; a veces una vuelta corta después del trabajo puede cambiarte el ánimo.

Si ves que le pica el gusanillo, acompáñalo en el proceso: desde sacarse el carné hasta elegir su primera moto. A veces una 125 es suficiente para empezar a rodar y coger confianza. Recuérdale que no se trata de correr, sino de disfrutar el camino. Lo importante es empezar con lo que uno tiene y puede, y dejar que la pasión crezca poco a poco. Tranquilo, ¡acabará siendo un vstromer como tú!

Este mundillo no es cuestión de cilindrada ni de experiencia, es de actitud. Y si logras que tu colega sienta esa primera conexión con la carretera, habrás ganado algo más que un compañero de ruta… será alguien con quien compartir curvas, paisajes y vida sobre dos ruedas.

Y quién sabe… tal vez, dentro de un tiempo, sea él quien esté contando sus propias historias y convenciendo a otro amigo de que hay un mundo entero allá afuera, esperando ser recorrido.