Córdoba y su esplendor califal
Solamente enunciando su nombre, Córdoba nos despierta de inmediato ganas de poner rumbo con nuestra Suzuki a la ciudad milenaria, en cuyo pasado se erigió como la ciudad más poblada en el S. X ¡con un millón de habitantes! Las mezquitas, las bibliotecas, los baños y los zocos abundaron en la ciudad, gestándose las bases del Renacimiento europeo. Durante la larga Edad Media europea, en «Corduba» florecieron las letras y las ciencias. La ciudad contó con multitud de fuentes, iluminación pública y alcantarillado durante la época de mayor esplendor califal. Lo primero que le atribuimos como símbolo son sus monumentos musulmanes del Califato, que en tiempos gobernó gran parte de España. Abderramán I mandó erigir la Mezquita de Córdoba, emplazada en la antigua judería. Su sucesor Abderramán III edificó en las afueras la ciudad palatina de Medina Azahara. Romanos y Musulmanes fueron también los creadores de los típicos patios cordobeses, como los de las calles Postrera, Martín de Roa y San Basilio. Esta espléndida ruta Suzuki tiene todos los alicientes ¡En marcha con nuestra V-Strom!
Córdoba se disfruta igualmente por su ambiente, la gracia de su gente, tradiciones y leyendas como la de la calle Abrazamozas o del Caimán de la Fuensanta, tan bien narrados por Ramírez de Arellano. O el mito de la belleza de la mujer cordobesa. Pero nada mejor como descubrirlo recorriendo a pie la capital del antiguo Califato. La Mezquita-Catedral ejemplifica el esplendor cultural de la España árabe. La apariencia interior es la de un laberinto de bellísimas columnas con doble arquería y arco de herradura. En el año 1523, tras la conquista cristiana, se construyó en su interior la catedral, en la que destaca el retablo mayor, el retablo barroco y la sillería del coro en madera de caoba. El mihrab es uno de los más importantes del mundo musulmán, con una preciosa decoración de mosaico bizantino y mármoles labrados. El Patio de los Naranjos nos da acceso al recinto. Un último paseo por los alrededores ha de incluir el Alcázar de los Reyes Cristianos y sus bellos jardines, las estrechas calles de la Judería, la Sinagoga con sus yeserías, el Palacio de Viana, la Posada del Potro, el Convento de la Merced o el puente y el templo romanos.
Turno ahora de disfrutar a los mandos de nuestra Suzuki V-Strom. Cogiendo la carretera local A 431 llegamos en pocos minutos a Medina Azahara. La ciudad fue diseñada para ser la capital de una nueva provincia del Califato de Córdoba pero finalmente los saqueos de la ciudad-palacio la llevaron a ser recordada como Córdoba la Vieja. Continuando acompañados con nuestra Suzuki rumbo sur del antiguo califato, adentrándonos con la V-Strom por la campiña donde se originan los vinos y vinagres de la D.O Montilla-Moriles, criados en botas mediante el sistema de “velo de flor”. Montilla, aunque es más célebre por sus vinos, lo cierto es que muchos viñedos eran antes olivares. Después de Priego es la ciudad cordobesa con mayor número de manantiales, al tiempo que percibimos su ingente patrimonio religioso montillano.
Lucena –antiguamente «Eliossana»– se hizo famosa por tener una de las juderías más simbólicas. Conocida como la «Perla de Sefarad», su esplendor cultural se puede comparar al que alcanzaron los círculos literarios hispanos-hebreo de Córdoba y Granada durante el Califato y los reinos de Taifas. Lugar de larga tradición alfarera, y famoso igualmente por su aceite autóctono en su gastronomía, así como sus buenos vinos D.O. Montilla-Moriles. Puede ser buen momento para parar con nuestra trail y dar cuenta de ello. Los “bolos”, “naranjas picás” con bacalao, los esparragados, las albóndigas de boquerones y el salmorejo son algunos de los exquisitos platos que podremos degustar, junto con los tradicionales dulces de pestiños y “sopaipas”.
Cabra merece una pausa más larga, por sus vestigios históricos y las referencias literarias de Pepita Jiménez y de Juanita la Larga inspiradas por Juan Valera. El Barrio de la Villa, apiñado en torno al castillo de los Condes de Cabra y el templo de la Asunción (“la mezquita del barroco”, por sus columnas de jaspe granate), sigue conservando el trazo arisco de su origen moruno. Si nos vemos atraídos por su tipismo, no podemos dejar de visitar su museo del aceite.
Continuando nuestra ruta Suzuki por la A 339 nuestra siguiente parada obligada es Priego, también llamado “ciudad del agua” o “joya del barroco cordobés”, donde encontramos lugares muy curiosos. En el S XVIII fue uno de los productores de tafetán y terciopelo más importantes. De esta época barroca quedó la fuente del Rey y Fuente de la Salud. Otros puntos interesantes son la Iglesia de La Asunción, Nuestra Sra. de la Aurora, San Francisco y del Carmen y la casa de Niceto Alcalá Zamora. En Priego también podremos visitar el museo de la almendra o su jardín micológico. El exquisito aceite que se produce aquí es su secreto en platos típicos deliciosos como sus tradicionales flamenquines.
Baena es otro pueblo espléndido para retratarnos con nuestra V-Strom en Instagram, asentado sobre las laderas de un cerro, de estrechas calles, mezcla de vivienda tradicional y palacios señoriales rodeado por un paisaje de olivos y cosechas de cereales. Antes de llegar a Baena podemos optar por “perdernos” con nuestra maxitrail Suzuki por algunas carreteras locales, por la A-3128 con dirección a Zuheros. Un pueblo “de postal” que para muchos se ha convertido en la “perla” turística la comarca, con su castillo roquero, su museo arqueológico y su famosa cueva prehistórica de Los Murciélagos. Como sitio curioso tenemos el Museo de Costumbres y Artes Populares, una sorprendente colección custodiada por el antiguo boticario Juan Fernández Cruz, donde reúne muchos aperos relacionados con el olivo y alguna prensa de rulos.
Nuestra “laaaarga” ruta cordobesa en Suzuki, habiendo rodeado ya buena parte de la sierra sub bética con la V-Strom, va culminando sus últimas etapas. Trazando un bucle por la CO-7202 encontramos cerca un sitio igualmente espléndido para descansar: La “casa” de Raúl, tu anfitrión en la Hospedería La Era en Almedinilla y perteneciente al club de hoteles con encanto de Ruralka. En este cortijo se respira autenticidad por todos sus rincones haciéndonos convivir junto a los aperos de labranza y las antigüedades como antiguamente, los suelos de canto rodado, de barro cocido, los braseros… y por supuesto sus vinos y aceites de los que hemos ido dando cuenta pueblo a pueblo, y que ahora ya sin excusas ha de acompañar a un puchero, o algo de matanza con algunas verduras de su propio huerto.
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