Ruta del Mimbre

Cuando nos topamos con un sauce, si es que pertenece a la familia de los sauces llorones, sus ramas flexibles, arqueadas, nos sugiere un aspecto triste. Es el Salix Babylónica por su procedencia de Mesopotamia y como curiosidades destacan sus propiedades analgésicas de su corteza, parecidas a la aspirina, y su peculiar floración de la que brotan flores de los dos sexos, siendo más llamativas las hembras. Arbustos tan populares como el mimbre, que reconocemos en la fabricación de muebles –que quizás nos recuerde épocas pasadas–, son de su misma especie. En los pueblos ribereños, el mimbre se poda y se obtienen varetas o ramillas con largo y grosor homogéneo para ser utilizados en labores artesanales, principalmente para el oficio de la cestería. Con el incremento de las aplicaciones de esta vistosa materia prima ornamental, podemos ver el mimbre en sillones, cabeceros, alfombras, muebles de exterior, objetos de los más “trendy” como las cabezas de animales y hasta cestos para acoplar a la moto. Atención, Instagramers, que con esta ruta podemos dar rienda suelta a nuestra imaginación entre mimbres, cañones fluviales y cascadas.

En los años 60 se introdujeron en España variedades del mimbre de rápido crecimiento y gran elasticidad procedentes de los Estados Unidos, que se prodigaron por Guadalajara y Cuenca. Es justo en esta época otoñal cuando se prodiga su cultivo de esquejes, que junto a sus impecables carreteras merecen la pena subirnos a nuestra moto. Las varas son de un denso color rojizo, y su mezcla cromática con los valles de color verde, los encinares ocres y el matorral, va a generar vistas impresionantes, comparables a un lienzo con simétricas pinceladas al coronar estas laderas.

Nuestro “Viaje a la Alcarria” naturalista tiene otra particularidad recorriendo en moto esta zona de la Mancha, que lejos de configurar la planicie monótona de latitudes más al sur, entre Guadalajara y Cuenca se alternan cañones, quebrados, torrentes y ríos, y el pliegue origina valles y pendientes, lo que supone divertidas carreteras de curvas y pasos entre un valle y otro. Son carreteras paradisiacas para todos los motoristas. La ruta es verdaderamente “disfrutona” al toparnos con cantidad de miradores naturales desde los que deleitarnos con un paisaje “colorao” trasformado por el hombre.

La capital del mimbre y origen de este viaje es Priego, población que más provecho ha obtenido de la artesanía del mimbre. Decoraciones renacentistas y escudos nobiliarios en palacios de hace 300 años nos escoltan hasta la plaza del Conde, su centro neurálgico donde asoman el palacio de los Condes de Priego –convertido en sede del Consistorio– y las casas de la Inquisición. La alfarería es otro de los oficios tradicionales, que tuvo por cierto un censo de hasta cuarenta alfareros en tiempos de bonanza. La Vía Ferrata del Estrecho de Priego es un rincón espectacular para descubrirlo a pie, salvando la altura sobre el río Escabas con sus pasarelas y puentes tibetanos. A este curso se asoman también el Torreón de Despeñaperros, la única arquitectura en pie de la fortaleza musulmana, vinculada a la maldición de Zobeya, hija del rey Muley, convertida en serpiente por unas brujas.

Sin separarnos del curso del río Escabas llegamos hasta Cañamares, pueblo con playa fluvial y que debe su denominación al ancestral cultivo de cáñamo que hubiera en sus tierras. Cáñamo que fue sustituido por el mimbre hacia nuestros días y cuyo cultivo se fue extendiendo. Este pequeño pueblo conquense, de apenas 500 habitantes, se fundó en la Alta Edad Media, cuando los soldados procedentes de La Rioja se asentaron en el Valle del Escabas. El 12 de Noviembre celebra sus las fiestas de San Millán Abad. De ahí que su patrón sea muy reconocido y que el pueblo esté hermanado con la localidad riojana de San Millán de la Cogolla, cuyo Monasterio es universalmente reconocido como cuna de la lengua.

Nuestra ruta motera continúa hasta Cañizares. Coqueta y situada sobre un pequeño cerro, resulta una localidad inconfundible por las ruinas del castillo que presiden lo más alto de esta loma a orillas del río Guadiela. Te recomendamos hacer un alto en el camino y dejar aparcada nuestra moto para pasear por el barrio del Castillo, la parte más pintoresca del pueblo. Podemos reponer fuerzas y después del repaso turístico, y practicar senderismo por la Hoz de Tragavivos. Este recorrido, de 16 kilómetros ida y vuelta, aprovecha el canal de agua que une la presa del Embalse del Molino de la Chincha (Puente de Vadillos) con la central eléctrica de Santa Cristina sobre el río Guadiela.

El profundo tajo en la roca del Guadiela crea la espectacular hoz de Beteta de ochenta metros de altura. Aguas abajo las paredes sobrepasan los 800 metros de desnivel. A lo largo de ocho kilómetros y con una mole rocosa continua sobre nuestras cabezas de ochenta metros de altura, la podemos recorrer a pie hasta llegar a la Fuente de los Tilos. Al llegar a Beteta detendremos un buen tiempo nuestra moto para disfrutar de uno de los núcleos más antiguos habitados de la serranía conquense. Sus casas señoriales y su Plaza Mayor porticada aún conservan su esplendor por la riqueza que generaba en la Edad Media la “Cañada Real de Ganado”, con más de 300.000 cabezas. En lugar de continuar dando gas por la CM -210, nos desviamos hacia Las Lagunas de Tobar, donde llegamos a dos embalses rodeados por típicas formaciones caprichosas de roca caliza, y que nos van a servir de mirador y punto de observación de fochas, porrones y zampullines.

Nuestra ruta temática finaliza en una de las dos reservas biológicas más frecuentadas por motoristas del centro y este peninsular. El Parque Cinegético de El Hosquillo es un parque natural donde se crían especies para la caza sostenible, y permite contemplar un entorno en el que habitan en libertad osos, cabras montesas, ciervos, gamos, jabalíes, corzos e incluso el lobo. Especies que conviven con aves rapaces y nutrias poblando estos pinares. El Nacimiento del Río Cuervo, afluente del Guadiela, es otro “clásico” de la ruta en fin de semana, famoso por sus saltos de agua bordeados de verde musgo, que por su espectacularidad y singularidad le otorgan en título de Monumento Natural.

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