El Metropolitan Museum de Nueva York, el monumental Louvre de París, el arqueológico British Museum de Londres o nuestro carismático Museo del Prado madrileño, son siempre oasis culturales que hay que visitar obligatoriamente al menos una vez en la vida. Como cada punto geográfico tiene su red de carreteras para nuestra Suzuki, cada ciudad posee su red de museos donde encontrar nuestro enclave histórico, cultural y artístico que nos muestra lo que somos. Son algunos de los más grandes por las igualmente colosales obras que encierran, pero no por ello el arte es algo que permanece “encerrado” en místicas salas sino que es posible que escape y lo encontremos dando una vuelta por ahí. Aquello de que el arte “no tiene límites” tiene todo el sentido del mundo cuando los artistas encuentran su inspiración aquí y ahora, sacan lo mejor de cada uno y ganan fuerza y atractivo más si cabe, sobre todo empleando tapias, fachadas y rincones insospechados en pueblos en los que parecería inimaginable plantarnos en cada uno con la V-Strom frente a rotundas obras de arte en plena calle.

Costumbrista, reivindicativa, alegórica, de concienciación por el medio ambiente, la temática del “arte callejero” que está destacando en algunos pueblos a lo largo y ancho de nuestra geografía permite expresarse al artista y genera un “efecto llamada” que el arte al aire libre se convierta en certámenes anuales con la participación de artistas cada vez de mayor nivel artístico que intiman estrechamente con los vecinos.

Así sucedió en Ordes, donde a principios del 2000 algunos jóvenes tuvieron la iniciativa de darle vida al Centro Comarcal gallego. Así tuvo lugar durante tres años consecutivos tres exposiciones de obras de arte de estos artistas locales bajo el nombre de DesOrdes creativas, haciendo un ingenioso juego de palabras con el nombre del pueblo y la palabra desórdenes (“desordes” en gallego). Pintando murales en casas abandonadas, muros desconchados, edificios abandonados crearon una auténtica galería de arte al aire libre que consiguió darle vida y color a las calles de Ordes desde aquel momento. Aquí destaca obra del artista gallego Yoseba Muruzábal «Greleira de 50 pés”, la mujer gigante al pie de la N-550 que reivindica el duro trabajo papel de las abuelas gallegas trabajadoras.

En Romangordo, conocido como el pueblo extremeño de los trampantojos y con apenas 300 habitantes, en sus despejadas fachadas se exhiben motivos de lo más variopinto, desde el rechazo a la violencia de género, trampantojos o escenas cotidianas que construyen memoria y versos de poetas como Machado o García Lorca. También encontramos los oficios en el mismo lugar de antaño: la telefonista, el zapatero o el profesor, pintado con sus alumnos en lo que era la antigua escuela. Y cuidado que el trampantojo de las vecinas cosiendo al fresco pueden engañarnos por su realismo, pero bien situada nuestra V-Strom en la escena puede quedar genial subiéndolo a Instagram.

Belorado, además de su transcendencia histórica de los tiempos de los Reyes Católicos y por su paso del Camino de Santiago, nos ofrece su propia versión de su “museo en las calles” de este singular pueblo burgalés. El principal ejemplo, la Fachada de la alegría con sus figuras naturales dedicada al botánico Hipólito Ruíz López, el mural de los zapateros, las figura en el entono de la Plaza de San Nicolás o el cada vez mayor número de frescos donde destaca el de la artista Lula Goce dedicado a la mujer.

Algo más al sur a y a poco de más de una hora por carretera con nuestra Suzuki, Villangómez y su Ruta de Murales y Escritores es una de las mayores concentraciones de Arte Urbano de Castilla y León. Este museo al aire libre cuenta en la actualidad con 25 obras de grandes dimensiones repartidas por todo el pueblo. Cada obra está vinculada a un escritor contemporáneo, que se acompaña de una placa con un párrafo de obras literarias muy conocidas. La manifestación es mayúscula y ha sido bautizada con el divertido nombre de Pollogómez por su original forma de exponer el medio rural, de concienciar sobre la importancia de los valores tradicionales y la sostenibilidad medioambiental.

Ponemos rumbo ahora con nuestra Suzuki V-Strom hacia tierras aragonesas. Alfamén es otro pequeño pueblo ampliamente escenificado con sus vistosos murales. Sus murales son iniciativa del Proyecto Asalto que desde 2017 ha ido generando más y más murales haciendo ganar atractivo y curiosidad tanto a visitantes como a nuevos artistas que quieren plasmar sus obras. A cambio se les ofrece convivir una semana con los vecinos para que conozcan de primera mano la vida rural integrándose en sus tareas cotidianas. Alfamén ya cuanta con su propio “tour” por cada una de estas manifestaciones siendo un referente en arte urbano en Aragón.

En Andalucía, en la preciosa ruta de los Pueblos Blancos malagueños destaca Genalguacil, un auténtico “pueblo museo” situado en la serranía de Ronda en el corazón del valle del río Genal que le da nombre. La esencia de esta característica está en los Encuentros de Arte, celebrado cada dos años y que reúne a prestigiosos artistas creadores de pintura, escultura y otras manifestaciones artísticas de otros tipos.

Pero si hay un lugar digno de mención, verdaderamente original y convincente para una breve escapada con nuestra Suzuki, ese es Fanzara. Un pequeño municipio de la provincia de Castellón, de apenas 300 habitantes, situado en la comarca del Alto Mijares. En esta villa se halla el Museo Inacabado de Arte Urbano (MIAU), un proyecto en constante cambio y crecimiento donde cada año se trasladan artistas de todo el mundo que son acogidos por los propios vecinos en sus casas. Un destino donde el arte en la calle está en pleno auge y para disfrutarlo al tiempo que nuestra V-Strom.