Cantabria es perfecta para recorrerla en moto. Una estrecha franja verde acorralada entre el mar y la montaña, que nos permiten disfrutaral mismo tiempo de paisajes bien distintos, desde valles tan silenciosos como Liébana, Nansa, Saja, Besaya, Pas-Pisueña, Miera, Asón-Gándara, Campoo, tan profundos surcados por su anchos ríos que les da nombre, hasta el bullicio de villas marineras embriagadas de fuerte olor a mar. Lo cierto es que yendo en moto, apenas nos dará pereza –al contrario, un verdadero placer conduciendo una Suzuki V Strom –aventurarnos a subir sus cerca de 40 puertos de montaña, y alrededor de una hora disfrutar de un chapuzón, a elegir entre casi un centenar de playas naturales

Nuestra ruta propone recorrer la vega del río Pas, y luego viajar en dirección norte en busca del Mar Cantábrico. Partimos del hotel La Casona de San Pantaleón del club de hoteles con encanto de Ruralka. Una casona tradicional cántabra, con cuatro siglos de historia, construida sobre la base de una torre medieval a la que se accede con un imponente arco de mampostería. Al hotel se accede por un precioso puente de tres ojos que cruza el río Clarín. Comenzamos la ruta atravesando el Valle de Aras, ascendemos el Puerto de Fuente las Varas que nos lleva a Matienzo, continuando por Arredondo para llegar al espectacular nacimiento del río Asón en una cascada de más de 50 m. en el Parque Natural de los Collados del Asón, que observaremos desde el espectacular mirador del Gándara. Continuamos subiendo viendo el cielo hacia el Portillo de la Sía y descendiendo por la vertiente burgalesa. Debemos extremar cuidado con el ganado, y más con las consecuencias de su digestión. El Puerto de las Estacas de Trueba nos conduce a la Vega de Pas, sitio ideal para almorzar el tradicional cocido montañés y probar los típicos sobaos y quesadas artesanas. Las calles empedradas de Vega de Pas merecen unos minutos de paseo caminando, que nos vendrán bien para mover las piernas y degustar el auténtico Sobao. Ascendiendo el Pisuerga, Selaya y Villacarriedo destacan por sus edificios tradicionales, y nos esperan tras rebasar uno de los puertos emblemáticos del automovilismo, como es el collado de La Braguía.

Combinando la CA 263 y la N 623, emprendemos un ritmo más rápido a nuestra ruta hacia Puente Viesgo, y tomando un tramo de autopista nos dirigimos a Santillana del Mar. Patrimonio de la Humanidad, es una de las villas imprescindibles en nuestra visita a Cantabria, en la que podemos optar por visitar el Museo Nacional de Altamira, o recorrer su empedrado de la plaza de la Arenas, presidida por la Colegiata, la plaza de Ramón Pelayo, La Casa Consistorial y el área de los conventos de Regina Coeli y de San Ildefonso. Dependiendo de la hora, podemos desplazarlos 37 kilómetros hacia occidente y visitar la tercera de las cuatro villas marineras que nos quedan por recorrer, San Vicente de la Barquera, con su imagen inconfundible del puente de la Maza.

Cinco son sus bienes de interés cultural: la Iglesia de Santa María de los Ángeles, Antiguo convento de San Luis, El Castillo, el conjunto Puebla Vieja y su tramo de Ruta Lebaniega hacia la Catedral de Santiago de Compostela. Si ha llegado la hora de comer, elegiremos un plato de Sorropotún (bonito con patatas) y de postre, una “Pejina”, hecha de hojaldre.

60 kilómetros nos aguardan ahora hasta Santander. Llegamos a la capital de Cantabria por la Calle Marqués de la Hermida, en dirección a puerto pesquero. Nos dirigimos hacia Puertochico, cruzamos Castelar y subimos la cuesta del gas para llegar a la Avenida de la Reina Victoria donde disfrutaremos de las preciosas vistas de la bahía y el Puntal hasta la Península de la Magdalena, donde daremos una vuelta al palacio de la Magdalena. De vuelta a la Avenida de la Reina Victoria, seguimos nuestro camino hacia el Sardinero y, tras disfrutar de la magnífica perspectiva que se obtiene de la Primera y Segunda Playa del Sardinero desde los jardines de Piquio, nos dirigimos al final de la playa, donde se encuentra el hotel Chiqui. Tras el paseo, nada mejor que ir a degustar los pescados y mariscos de la zona a Tetuán o al Barrio Pesquero.

Podemos optar por hacer una pequeña excursión en lancha, desde el propio Paseo de pereda hasta Pedreña y Somo para dar un paseo por la bahía. Otra idea es visitar la Catedral y después subir paseando al Ayuntamiento y, si seguimos andando, llegaremos a la calle Burgos y la Alameda de Oviedo, en cuyas inmediaciones podemos comer algo tapeando en la multitud de bares y tascas que nos vayamos encontrando.

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